
La inflación acumulada en Bolivia hasta septiembre de 2025 ha alcanzado el 18,33%, una cifra que triplica la registrada en el mismo periodo del año anterior, cuando se situaba en torno al 5,3%. Así lo ha señalado Manuel Figueroa, expresidente del Colegio de Economistas de Tarija, quien atribuye este repunte a factores estructurales y coyunturales que han marcado el primer semestre del año.
Según Figueroa, la incertidumbre generada por las medidas gubernamentales en torno a la provisión de combustibles y la oferta de divisas ha tenido un impacto directo en los precios de los bienes de consumo. A ello se suma el crecimiento del contrabando, que ha distorsionado aún más el mercado interno.
“El incremento de precios responde a una falta de claridad en las políticas económicas, especialmente en lo que respecta al abastecimiento energético y la estabilidad cambiaria”, explicó el economista.
El país se prepara ahora para un cambio de gobierno en noviembre, lo que ha generado expectativas entre la población. Figueroa destaca que ambos candidatos proponen un giro en el modelo económico, con énfasis en el fortalecimiento del sector privado, la protección de los trabajadores y una reestructuración del aparato estatal.
“Hay esperanza en la ciudadanía. La certidumbre sobre el rumbo político está generando un ambiente de mayor tranquilidad”, afirmó.
No obstante, advierte que uno de los principales desafíos será enfrentar el déficit fiscal, que desde 2014 se mantiene de forma sostenida. En los últimos tres años, el déficit ha rondado el 10% anual, y las proyecciones para 2024 no muestran señales de mejora.
“La dimensión del gasto público y el tamaño del Estado son problemas que deben abordarse con urgencia. Sin ajustes estructurales, será difícil revertir esta tendencia”, concluyó Figueroa.